Once grado

Prueba Semestral. Etica. 11° Grado

Prueba Semestral. Etica. 11° Grado

    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.

    Lee atentamente el texto y responde de acuerdo a lo que se te pregunta.

    QUIÉNES SOMOS CUANDO SALIMOS VICTORIOSOS Y/O DERROTADOS La sociedad actual obliga a los individuos a competir por la supervivencia y el reconocimiento. Ningún campo de la vida cotidiana está exento de la competitividad. La estratificación humana no se hace solamente desde el punto de vista económico. También influye la capacidad para superar a los demás en la vida profesional, escolar y amorosa. Todas las personas se encuentran en una permanente disputa por el primer puesto. La actividad deportiva es el modelo de la competencia social y por eso despierta tanto interés. El objetivo en el deporte es vencer a un rival, competir contra él es ya de por sí satisfactorio, sobre todo cuando el adversario es el mismo deportista. Como es obvio en toda competencia hay un ganador y un perdedor. Antes de la contienda ambos están en igualdad de condiciones, conservan el sueño de ser héroes. Pero una vez acabado el encuentro se convierten en verdaderos héroes o villanos. El público es inclemente, no perdona los errores cometidos y reverencia los aciertos. Todo competidor preparado busca los favores del público. Si se trata de un equipo entonces sus integrantes tratan de sincronizar sus acciones para obtener el mejor resultado. Este afán de reconocimiento social, genera el deseo desmedido por ganar y un temor profundo a perder. Por eso al terminar la competencia se presentan manifestaciones de júbilo y de tristeza. La sensación de impotencia ante la superioridad del rival produce una actitud equivocada en quien pierde. Actúa de manera explosiva, juzga a sus propios compañeros y los responsabiliza de la derrota. El mal perdedor nunca acepta la derrota. El buen perdedor acepta la derrota con dignidad. Reúne a sus compañeros de equipo y les agradece la entrega en el campo de juego. No desconoce los errores cometidos y adopta una actitud serena que facilita la reflexión sobre las causas de la derrota. El buen perdedor aprende de sus derrotas. Ante la victoria la reacción más obvia es la alegría y el deseo de compartir esa felicidad con los más cercanos. Pero en muchos jugadores la superioridad los torna vanidosos y ofensivos. Agraden a sus contrarios, atacan su autoestima o humillan al público con gestos y frases obscenos. Así como en la derrota se diferencia el buen del mal perdedor, también en la victoria existe el buen y el mal ganador. Todo depende de cómo asimilan y expresan el triunfo. La autosuficiencia y la soberbia enceguecen al mal ganador y lo convierten en insoportable. El buen ganador, en cambio, sigue respetando a su rival. Sabe que en esta ocasión el otro no pudo aprovechar las cualidades que lo distinguen. Actúa con profesionalismo y reconoce sus limitaciones. Goza el triunfo, pero no olvida que ya otras veces ha conocido la derrota. En cualquiera de las dos situaciones, el éxito o la derrota, es normal que se exprese gozo o tristeza, pero en ambas debe existir una reflexión crítica de por qué se perdió o por qué se ganó. Dicho análisis es importante porque sus enseñanzas ayudan a entender mejor la vida. (Tomado de formación de valores, Ética. Ed. Voluntad)
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.