Séptimo grado

EXAMEN SEMESTRAL DE CÍVICA Y URBANIDAD GRADO 7º

EXAMEN SEMESTRAL DE CÍVICA Y URBANIDAD GRADO 7º

RESPONDE LAS PREGUNTAS DE LA 1 A LA 6 RELACIONADAS CON EL SIGUIENTE TEXTO:

EL HOMBRE MEDIOCRE
Ningún hombre es excepcional en todas sus aptitudes; pero podría afirmarse que son mediocres los que no descuellan en ninguna. Desfilan ante nosotros como simples ejemplares de la historia natural, con tanto derecho como los genios y los imbéciles. Existen y hay que estudiarlos.

Concepto social de la mediocridad
A pesar de las infinitas diferencias individuales; existen grupos de hombres que pueden englobarse dentro de tipos comunes; tales clasificaciones, simplemente aproximativas, constituyen la ciencia de los caracteres humanos, la etología, que reconoce en Teofrasto su legítimo progenitor. Los antiguos la fundaron sobre los temperamentos; los modernos buscan sus bases en la preponderancia de ciertas funciones psicológicas. Estas clasificaciones, admisibles desde algún punto de vista especial, son insuficientes para el nuestro.
Si observamos cualquier sociedad humana, el valor de sus componentes resulta siempre relativo al conjunto: el hombre es un valor social. Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La primera tiende a proveerle de los órganos y las funciones mentales que le transmiten las generaciones precedentes; la segunda es el resultado de las múltiples influencias del medio social en el que el individuo está obligado a vivir.
El niño se desarrolla como un animal de la especia humana, hasta que empieza a distinguir las cosas inertes de los seres vivos y a reconocer entre estos a sus semejantes. Los comienzos de su educación son, entonces, dirigidos por las personas que los rodean, tornándose cada vez más decisiva la influencia del medio; desde que esta predomina, el individuo evoluciona como un miembro de su sociedad y sus hábitos se organizan mediante la imitación.
La imitación desempeña un papel muy amplio, casi exclusivo, en la formación de la personalidad social; la intervención produce, en cambio, las variaciones individuales. La imitación es conservadora y actúa creando hábitos; la invención es evolutiva y se desarrolla mediante la imaginación. La diversa adaptación de cada individuo a su medio depende del equilibrio entre lo que imita y lo que inventa. Todos no pueden imitar o inventar de la misma manera, pues esas aptitudes se ejercitan sobre la base de cierta capacidad congénita, inicialmente desigual, recibida mediante la herencia psicológica.

Hombre mediocre versus hombre superior
El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, emblema de que no se viven como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora.
El mediocre aspira a confundirse entre los que le rodean; el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su propia cabeza.
El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; es por esencia imitativo y está perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas, prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad. Su característica es imitar a cuantos le rodean: pensar con cabeza ajena y ser incapaz de formarse ideales propios.
El hombre superior es un accidente, provechoso para la evolución humana. Es original e imaginativo, desadaptándose del medio social en la medida de su propia variación. Esta se sobrepone a los atributos hereditarios del “alma de la especie” y a las adquisiciones imaginativas del “alma en sociedad” constituyendo las aristas singulares del “alma individual”, que lo distinguen dentro de la sociedad. Es precursor de nuevas formas de perfección, piensa mejor que el medio en que vive y puede sobreponer ideales suyos a las rutinas de los demás.

José Ingenieros. El hombre mediocre.
Madrid: Ed. Alianza, 1989


RESPONDA LAS SIGUIENTES PREGUNTAS DE LA 7 A LA 12, RELACIONADAS CON EL TEXTO SIGUIENTE:

DIARIO DE ANA FRANK

Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No sólo porque nunca he escrito, sino porque me da la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años. He llegado al punto donde nace toda esta idea de escribir un diario: no tengo ninguna amiga.

Para realzar todavía más en mi fantasía la idea de la amiga tan anhelada, no quisiera apuntar en este diario los hechos sin más, como hace todo el mundo, sino que haré que el propio diario sea esa amiga, y esa amiga se llamará Kitty.

¡Mi historia! (¡Cómo podría ser tan tonta de olvidármela!)

Mi padre, el más bueno de todos los padres que he conocido en mi vida, se casó a los treinta y seis años, con mi madre, que tenía veinticinco. Mi hermana Margot nació en 1926 en Alemania, en Francfort del Meno. El 1 de junio de 1929 le seguí yo. Viví en Francfort hasta los cuatro años.

Como somos judíos “de pura cepa”, mi padre vino a Holanda en 1933, donde fue nombrado director de Opekta, una compañía holandesa de preparación de mermeladas. Mi madre, Edith Holländer, también vino a Holanda en septiembre; Margot vino a Holanda en diciembre y yo, en febrero.

Pronto empecé a ir al jardín de infancia del colegio Montessori, y allí estuve hasta cumplir los seis años. Luego pasé al primer curso de la escuela primaria. En sexto tuve a la señora Kuperus, la directora. Nos emocionamos mucho al despedirnos a fin de curso y lloramos las dos, porque yo había sido admitida en el liceo judío, al que también iba Margot.

Nuestras vidas transcurrían con cierta agitación, ya que el resto de la familia que se había quedado en Alemania seguía siendo víctima de las medidas antijudías decretadas por Hitler. Tras los pogromos de 1938, mis dos tíos maternos huyeron y llegaron sanos y salvos a Norteamérica; mi pobre abuela, que ya tenía setenta y tres años, se vino a vivir con nosotros.

Después de mayo de 1940, los buenos tiempos quedaron definitivamente atrás: primero la guerra, luego la capitulación, la invasión alemana, y así comenzaron las desgracias para nosotros los judíos. Las medidas antijudías se sucedieron rápidamente y se nos privó de muchas libertades.

Los judíos deben llevar una estrella de David; deben entregar sus bicicletas; no les está permitido viajar en tranvía; no les está permitido viajar en coche, tampoco en coches particulares; los judíos sólo pueden hacer las compras desde las tres hasta las cinco de la tarde; sólo pueden ir a una peluquería judía; no pueden salir a la calle desde las ocho de la noche hasta las seis de la madrugada; no les está permitida la entrada en los teatros, cines y otros lugares de esparcimiento público; no les está permitida la entrada en las piscinas ni en las pistas de tenis, de hockey ni de ningún otro deporte; no les está permitida practicar remo; no les está permitido practicar ningún deporte en público; no les está permitido estar sentados en sus jardines después de las ocho de la noche, tampoco en los jardines de sus amigos; los judíos no pueden entrar en casa de cristianos; tienen que ir a colegios judíos, y otras cosas por el estilo.

Así transcurrían nuestros días: que si esto no lo podíamos hacer, que si lo otro tampoco. Jacques siempre me dice: “Ya no me atrevo a hacer nada, porque tengo miedo de que esté prohibido”.

En el verano de 1941, la abuela enfermó gravemente y murió en enero de 1942. Nadie sabe lo mucho que pienso en ella, y cuánto la sigo queriendo. Nosotros cuatro todavía estamos bien, y así hemos llegado al día de hoy, 20 de junio de 1942, fecha en que estreno mi diario con toda solemnidad.
Ana Frank. Diario. Barcelona: Ed. Plaza & Janes, 2004.

A PARTIR DEL SIGUIENTE TEXTO RESPONDE LAS PREGUNTAS 13 Y 14:

En una plática Paco comentó: mi mamá me obligó a regalar unos zapatos a un mendigo y Javier le dijo:
muy bien siempre es bueno ayudar a los demás a lo que Liz comentó: pues tus zapatos estaban muy feos
y Ada dijo: las mamás son muy autoritarias.


A PARTIR DEL SIGUIENTE TEXTO RESPONDE LAS PREGUNTAS DE LA 15 A LA 18:

Al analizar Iván una noticia acerca del intento de asesinar, un sujeto, a su propia madre le comentó a Mary:
esto es consecuencia del deterioro que han sufrido las familias y el ejemplo de algunos medios de
comunicación ; Mary le contestó: también es producto de la pobreza que impide a algunos padres educar a
sus hijos; Saúl intervino diciendo que en cualquier época ha habido ese tipo de actos. Pablo dijo: se
necesita estar loco para actuar de esa manera.

    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
    Esta pregunta es obligatoria.
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